Quizá este post sea de lo más inoportuno. El calor y el sol no está azotando aquí en Vigo. Y claro, cambiar el chip ahora para un cocido puede provocar hasta sudores. Pero lo bueno del sitio que os voy a presentar hoy, además de su maravilloso cocido, es el entorno que le rodea. Un paisaje fluvial ideal para los amantes del campo. Y además, con la posibilidad de poder disfrutar de esas vistas durante todo el día. Porque nuestra recomendación culinaria de hoy viene con casa rural incorporada. Preparaos para comer el mejor cocido de cerdo celta en A Raxadal.
LO MEJOR: Poder disfrutar de una ceremonia tradicional de cocido gallego de principio a fin. Y es que a este cocido no le falta detalle: desde la sopa de entrante hasta las filloas de postre.
LO PEOR: Su localización. Para los amantes de la paz, no cabe duda de que en A Raxadal la encontrarán. Preparaos para desviaros por carreteras comarcales llenas de curvas. Al menos, la llegada a la meta tiene una buena recompensa.
Conocí A Raxadal por mi padre. Durante un tiempo tuvo que recorrerse bastantes kilómetros de pueblo en pueblo por trabajo. La parte positiva que tienen todas esas rutas es que al final acabas descubriendo sitios que de otra manera jamás visitarías. Uno de esos rincones es Carballedo. Una zona del Ayuntamiento de Cotobade caracterizada por sus verdes paisajes bañados por el río Almofrei. Y ahí mi padre, en sus horas de descanso en la comida, entabló amistad con la dueña de A Raxadal. En la época de invierno maravilló a mi padre con el cocido que preparaba. No sólo por su enormidad, sino también por su calidad. Y es que en este cocido cerdo celta es el protagonista.
Desde entonces, ha surgido una tradición anual en mi familia que consiste en celebrar el cumpleaños de mi madre en A Raxadal. Allí disfrutamos de un delicioso cocido en un comedor muy enxebre, a la vera de la lumbre. Coincide además por esas fechas la fiesta de la exaltación de este cocido celta. Todos los vecinos de Carballedo celebran lo que se denomina como “Fiesta del Petote”. ¿Y a qué no sabéis quién se encarga de preparar las decenas de raciones de cocido para toda la gente del pueblo?. Pues la dueña de A Raxadal. Buena referencia esta para entender por qué nos recorremos las carreteras estrechas y llenas de curvas que nos llevan a Carballedo, ¿no?.
Para los que no lo sepáis, el petote es un buen ejemplo, de lo ingeniosa que es nuestra cocina gallega. Con cosas sencillas, conseguimos sacar platos de lo más contundentes. En la época de la posguerra, poca era la carne y verduras que habían para llenar los cocidos. Así que las madres de esos tiempos preparaban una bola de masa de harina de maíz y centeno. La hervían en el agua del cocido y luego cortaban en lonchas acompañando al tocino. Hoy en día algo así sería contundente y escandalosamente calórico. Pero este recurso para tapar la hambruna de esa época, se vanagloria cada mes de marzo en Carballedo.
Yo con el petote no me atrevo. Pero supongo que viendo las fotografías que os voy a mostrar entenderéis que no quiera llenar mi estómago de harinas, pudiendo hincarle el diente a tanto festín de carne. Y es que el ceremonial de cocido que viviréis en A Raxadal puede ser considerado como el verdadero, tradicional y más completo cocido gallego.
De primero, después de servirse un buen vino tinto del país, la sopa hecha con el agua de cocido. Con su sabor a tocino y con su tono anaranjado que ha dejado el rastro del chorizo cocinado. Puede que más de uno después de probarla caigáis en la tentación de repetir. Pero no lo hagáis. Pensad que en el cocido gallego hay que ser como un corredor de fondo: lentos, pero seguros.
El siguiente paso: el cocido en sí. Ante vosotros desfilarán fuentes y fuentes con manjares de lo más variado. La primera con las patatas y verduras: repollo y grelos. Otra con garbanzos y chorizos, tanto de carne como de cebolla. Que aquí en Galicia nos gusta tener variedad choricera. Y para rematar las bandejas de las carnes, que demuestran a la perfección eso de que “del cerdo se aprovechan hasta sus andares”. No hay parte del cerdo que no este presente en esta bandeja: oreja, lacón, tocino, jamón, costillas… Y para los que el cerdo no sea lo suyo, pues más variedad y nos vamos a la ternera. ¿A que después de ver y leer todo esto agradecéis el consejo de no repetir en la sopa?. Ya os avisé…
Y como buen corredor incansable, llegando casi a la meta, toca el postre. Evidentemente, habrá que dejar hueco. Porque ningún cocido tradicional gallego llega a buen término si no se endulza con unas buenas filloas rellenas de requesón y miel. Broche de oro. Y ya quien sea capaz de repetir aquí merece toda mi admiración.
El café, si hace buen tiempo, merece la pena tomarlo en la terraza de A Raxadal, mientras se contempla ese verde prado de Carballedo y el río Almofrey que lo baña.
Seguramente estaréis sudando, no sólo por el calor, sino por el cansancio que supone pensar en atacar a algo así, ¿verdad?. Pero todo aquel que quiera saber lo que es un buen cocido en condiciones que se anote este lugar como referencia.
Y por cierto, me ha dicho mi padre que su dueña prepara también unas tortillas dignas de mención. Y yo, enferma de la tortilla como soy, al oír eso he pensado que, verano, tortilla, prado y río son una combinación más que apetecible…
Elegí mal día para leer este nutritivo post!!
Hoy que me pongo a dieta y me tropiezo con esto…Lo anoto para cuando termine!!
Que lo disfrutéis hoy también!!