Taberna Marimorena forma parte de esa ola de tabernas viguesas que han sabido modernizar el concepto para atraer como moscas al público actual. Pero también encierra la historia de la unión de fuerzas de madre e hija trabajando en un proyecto en común. Esta es la historia de dos mujeres hosteleras, emprendedoras y familia.
En Juego de Tronos, Vigo sería Tabernaria.
Hace unas semanas hablaba con Mauro Picatoste sobre esa costumbre tan viguesa de acudir a las tabernas. Algo que parece que ha nacido ahora con lugares como Taberna A Mina, el Bar Primavera, o Taberna Patouro, pero en Vigo esto de tomar cuncas de vino alrededor de una barra es tan antiguo como la propia ciudad. Tocaba hablar de esto en la radio y me surgió el calificativo de “tabernarios” como el único que podría describir a la perfección nuestro amor por las tabernas. Por juntarse con los amigos a celebrar el fin de semana, ser asiduos y aficionados al mismo local como lo eres de un equipo de fútbol.
Los vigueses creamos comunidad alrededor de nuestras tabernas. Por eso cuando una desaparece, como pasó con Eligio hace unos años, su pérdida nos afecta en lo más hondo. Y cuando se nos insinúa algún cambio en nuestra taberna de toda la vida, ya estamos con la mosca detrás de la oreja. No vaya a ser que lo nuevo fastidie la atmósfera creada.
En Vigo Vello el Bar España era uno de esos lugares que parecían imposibles de cambiar. Aun a pesar de haber perdido fuelle y clientela con los años. Hasta que una madre y una hija apostaron por enfrascarse de lleno en ese cambio con el cambio de gerencia. Ana Doval (madre) y Andrea Portela (hija) decidieron aprovechar la oportunidad que se les presentaba con la jubilación de su anterior propietario. Con ellas el Bar España renació como Taberna Marimorena para demostrar, por un lado, que rejuvenecer y profesionalizar la oferta y el servicio es vital para que este tipo de negocios sobrevivan en la actualidad. Y por otro, que las tabernas tanto delante como detrás de la barra han dejado de ser terreno exclusivamente masculino.
La entrevista con Andrea y Ana (Taberna Marimorena)

Marimorena es un proyecto que nace de la unión de fuerzas entre madre e hija pero, ¿qué hacíais ambas antes de embarcaros en esto?
Ana: Yo ya tenía un negocio de hostelería en Coruxo, el Antoxos. Llevaba once años con él, dedicada tanto a la parte de cocina como la gerencia. Mi vida profesional ha estado casi siempre vinculada a la hostelería. Y eso que no era mi profesión de partida. De hecho, no me gustaba nada. Mis inicios fueron en la peluquería, pero por aquel entonces en el sector hostelero ganabas mucho más. Surgió una oportunidad, me embarqué en principio de forma temporal. Pero desde entonces no he podido alejarme de esta profesión.
Te confieso que ahora mismo no sabría hacer otra cosa y estoy muy satisfecha con esta etapa de ahora en Marimorena. Tanto que hasta ya estoy dando vueltas a montar otro proyecto. No me gusta eso de quedarme sólo con uno.
Andrea: Ya ves que a mi madre el espíritu emprendedor le sale de dentro. Y más de un tiempo a esta parte. Llegó el día en que cumplió los 50 y fue como si le trajesen de regalo una nueva juventud cargada de actividad e ideas.
Y en tu caso Andrea, ¿esto de la hostelería te viene de familia?
Andrea: Pues aunque mis padres se dedican a este mundo los dos, nunca pensé en hacerlo yo también. Estudié Ciencias Políticas, pero me di cuenta que no era lo mío. Así que ahora hago política de bar. Estuve dos años trabajando en Taberna A Mina. Estaba encantada con todo su equipo y el buen rollo que se respira allí siempre. Pero llegó el día en que pensé que quería arrancar algo por mi cuenta y hacer algo con mi madre, que ya estaba metida en esto.
¿Qué os llevó a tomar la decisión de trabajar juntas?
Ana: Cuando Andrea empezó a trabajar en hostelería me di cuenta al momento que esto se le daba de cine. Y no es amor de madre, es una realidad. Tiene un manejo de la barra y un trato con la gente tan natural, que cubría justo mi punto débil. Ahí empecé a insistirle en que teníamos que montar algo juntas. Es algo que heredó de su padre, que es buen hostelero y le gusta el trato con la gente.
Andrea: Con la crisis el Antoxos empezó a funcionar menos. Mi madre tenía ganas de venirse al Casco Vello, arrancar nuevos proyectos. De repente, surgió la oportunidad de hacernos cargo del Bar España. Se unía seguir en el Casco Vello, una zona donde siempre me ha gustado trabajar, con crear un proyecto con mi madre, que no es lo mismo que hacerlo solo. Me quitaba el miedo de la primera vez. Como ella decía, todas las carencias que yo veía en mí para lanzarme, como la cocina y la experiencia en gestión, mi madre las cubría perfectamente. Mientras que yo le aportaba la parte de barra y atención que ella nunca quiso. Nos complementamos al 100%.
Ana: Y no nos olvidemos de nuestro tercer apoyo, que es Migui (Miguel Rueda). Es la balsa de aceite en este equipo. Sin él, podrían saltar chispas entre Andrea y yo.

¿Es complicado trabajar mano a mano con la familia?
Andrea: No es complicado, simplemente hay que saber respetar las ideas y opiniones del otro. Mi madre y yo solemos tener puntos de vista muy dispares a la hora de tomar ciertas decisiones con el negocio. Pero como dice ella, lo bueno es que somos tres, con el apoyo de Migui, que nos aporta neutralidad. Y con ese voto de calidad no hay discusiones que valgan. Miguel es nuestra balanza.
Escogisteis un local como el antiguo Bar España y lo reconvertirteis en una taberna actualizada. ¿Qué creéis que aporta esta nueva generación de tabernas que no tenían en el pasado?
Andrea: Se ha mejorado en la atención al público y el cuidado del producto. Antes las tabernas eran lugares donde no se prestaba tanta atención al producto. El vino era sólo de casa y había una o dos tapas, sin más. Ahora se ha mejorado la oferta. Y la taberna ya no es sólo ese lugar donde tomar un vino y poco más. Hay una carta de vinos en algunas, otras se especializan en vermús de barril, e incluso en cócteles de aperitivo como el Spritz. La oferta variada atrae a su vez a un público más diverso. Influye también el hecho de que todos los estamos retomando esta tradición en Vigo somos gente joven que buscamos crear una oferta más jovial.
Ana: Yo, sin embargo, no creo que antes se comiese mal en las tabernas. Al contrario, muchas de ellas eran referencia de buena comida casera. Pero también eran reductos sólo de hombres, donde el principal aliciente era ir a beber. En el momento actual se une la llegada de una generación más formada en hostelería, con la morriña por volver a recuperar costumbres de antes y darles un toque actual. Antes un tabernero lo era porque no encontraba otra profesión a la que dedicarse.
¿Somos ahora más taberneros que antes?
Ana: Lo que hay es una evolución. A las tabernas de antes prácticamente sólo iban hombres. Para las mujeres era un terreno vedado. En mis tiempos era rarísimo que una mujer disfrutase sola de su ocio. Si salía, siempre lo hacía acompañada de su marido. Ahora esto, por fortuna, ha cambiado radicalmente. Hay más planes de chicas, más variedad de ocio para todos. Y no sabes la de grupos de mujeres que nos llenan la taberna.

Apostasteis también por un Casco Vello que a priori es sinónimo de triunfo seguro, pero también en una etapa donde ya existía una oferta muy numerosa en la zona, ¿cómo veis ahora mismo esta zona en la que estáis metidas de lleno?
Andrea: Yo estoy fascinada con esta zona, ya de cuando trabajaba en otros locales. Hay mucha oferta y variada. Y Marimorena ha funcionado tan bien porque apenas había tabernas resistiendo en la zona. A excepción de A Mina y O Porco (que resiste igual que siempre) todo había evolucionado a un tipo de hostelería diferente. Por eso nosotras apostamos por mantener la esencia de las tabernas de siempre, pero con un trato y una oferta abierta a las formas de disfrute de las nuevas generaciones.
Lo que sí echamos en falta es que se cree más vida de barrio. Nos gustaría poder formar parte de una zona que no sólo sea cómoda para nuestros clientes, sino también para los vecinos. El Casco Vello ha ido mejorando a base de abrir bar tras bar. Y eso no aporta un crecimiento sostenible. Este barrio necesita vecinos y servicios para esos vecinos. Aquí la gente se mueve de tarde porque te vienes a tomar una caña, pero el resto de servicios son inexistentes. Todavía hay mucho edificio en ruinas, que necesita ser rehabilitado. El Concello debe implicarse más para crear vida de barrio a todas horas. Y fomentar políticas que ayuden a que la gente apueste por vivir aquí. Un barrio de bares sin vecinos no tiene futuro.
Vuestra cocina sabe a casero y a tradición, ¿siempre tuvisteis claro esta apuesta por lo tradicional?
Ana: Era evidente que la apuesta sería esa porque es lo que he hecho toda la vida.
Andrea: Yo teniendo una cocinera que borda lo tradicional como pocas, ¿para qué arriesgarme?. El jamón asado y los calamares ya estaban en mi cabeza incluso antes de elegir el nombre del local.
¿Cuál diríais que es hasta el momento vuestro plato estrella? Ese que podría convertirse en el símbolo de Marimorena.
Andrea: Los calamares sin duda. Cuando montamos la taberna le insistí mucho a mi madre para que estuviesen en carta. Porque hasta ese momento no había nadie que ofreciese calamares en tapa o en bocadillo en la zona. A la pobre la obligué a regañadientes, y ahora es de los platos que más prepara.
Ana: Pues yo tiraría por la zorza o la tortilla. Y no es algo que digamos nosotras. Es lo que demanda nuestro público desde el primer día que abrimos la puerta. Son ellos los que han ido definiendo nuestro plato estrella, por lo que piden y por el boca a boca posterior.

Queda muy poco para que Marimorena cumpla su primer año de vida, ¿qué balance hacéis?
Andrea: Pues mucho mejor de lo imaginado. Las dos abrimos con mucho miedo, porque mi madre venía de una última etapa en el Antoxos donde fue muy duro conseguir mantener el negocio a flote con la crisis. La acogida ha sido espectacular, tanto de la clientela como de los propios vecinos del barrio. La mayor parte de nuestros clientes son habituales. Y eso hace que muchos se hayan convertido en algo más que clientes. Hasta los echamos de menos ese día que fallan, como cuando pasaban lista en el colegio.
¿Qué tal es el vigués como público, según Marimorena?
Andrea: Como te decía, estamos muy satisfechas con la clientela que tenemos. Desde el minuto uno de arrancar nos han apoyado. Así que podríamos definirlos como fieles. Al vigués si algo le gusta, lo apoya de lleno. Pero por esa misma razón, también les cuesta arriesgarse y probar conceptos nuevos. Y esto perjudica a la hora de conseguir que a la ciudad lleguen propuestas e ideas nuevas que ya ves asentadas en otras ciudades, incluso con menos demanda.
Ana: En los años que llevo en hostelería, puedo decirte que esta es la época en la que me siento más valorada. Nunca he recibido tantas felicitaciones como las que tenemos por el trabajo que hacemos en Marimorena. Y eso es porque la gente que se acerca a conocernos valora el trabajo y el esfuerzo.
Ambas sois mujeres, emprendedoras y hosteleras, ¿cómo veis a la mujer ahora mismo en vuestro sector y como empresarias?
Andrea: En nuestro sector, a la mujer le ha faltado reconocimiento. En casa, las mujeres eran las capitanas de la cocina, pero de puertas para fuera contabas con los dedos de una mano las que lograban hacer carrera de ello. Ahora empieza a darse visibilidad al trabajo de las mujeres en la cocina, pero en el caso aquellas que trabajamos detrás de la barra o gestionando un bar, seguimos como en épocas pasadas.
Ana: Es muy habitual que cuando llega un repartidor o un proveedor pregunte al momento por “el jefe” y que hasta se sorprenda de que aquí las que mandan son mujeres. Y añádele a esa circunstancia de ser mujer y gerente de un local, la juventud como el caso de Andrea. Tienes que hacer el doble de esfuerzos para que te tomen en serio. Aún queda mucho camino para llegar a una igualdad real.
¿Hasta qué punto estáis concienciadas con esa igualdad?
Andrea: En Marimorena intentamos llevar el tema de la igualdad más allá de los hechos. Nuestro logo fue diseñado en base a la idea de escapar de cualquier tipo de etiqueta aportada por el hecho de ser hombre o mujer. Nuestros baños son mixtos, algo que sorprende a quien llega a ambas puertas y se encuentra el mismo distintivo en las dos. Preguntan cuál es la diferencia, cuando realmente no la hay, porque no creemos que sea necesario hacer ese tipo de separaciones por género.
Ana: Puede parecer un detalle sin importancia, pero es una forma de ir eliminando todas esas barreras o diferencias que desde siempre se han hecho entre hombres y mujeres sin necesidad.
El test de la expertas taberneras
Con dos mujeres que han hecho de la taberna su base de operaciones, y además con la buena nota que les aporta el público, tocaba enfrentarlas a mi test de expertas. Tras el test de los tacos a Sierra Madre, el de las hamburguesas a La Leyenda, y los secretos descubiertos en pizzas y empanadillas con Olivieta y A Tapa do Barril, respectivamente ¿qué descubriría acerca los secretos de una buena tabernera?

Mi paso por Taberna Marimorena

Frescura y buen rollo de ahora, en un ambiente de siempre. Eso es Taberna Marimorena. La parte tradicional lo aporta su cocina. Tapas clásicas que a todos nos gusta encontrar cuando pensamos en salir de bares. Los calamares, la tortilla, el jamón asado o la zorza son los platos estrella de todas las mesas. Algunos de ellos también disponibles en formato bocata. Y también le viene por la decoración del local, en donde han preferido mantener el espacio casi tal cual heredaron del Bar España.
Lo moderno lo aporta su ambiente, su trato y su gente. Junto con Taberna A Mina han creado un pequeño cosmos tabernario en la confluencia de las calles San Vicente y Rúa Alta donde las caras se repiten semana tras semana. Una simbiosis que demuestra que el divide y vencerás no es una práctica habitual en las nuevas generaciones hosteleras de esta ciudad. En Vigo suma lo que se hace con honestidad y sin pretensiones disparatadas. Y este equipo de trabajo que también es familia han encontrado en el hacer sentir a sus clientes como parte de esa familia la clave de su éxito.
¿Más opciones de tabernas en Vigo?
- Hablando de tabernas en Radio Vigo: aquí puedes escuchar el día que en el Hoy por Hoy Vigo hablamos sobre lo mucho que nos gusta salir de tabernas en esta ciudad.
- Taberna A Mina ha resurgido en Casco Vello con el cambio de gerencia. Esta tasca marinera famosa por sus mejillones tiene ahora en la oreja de cerdo su tapa estrella. Te lo cuento aquí.
- El Bar Primavera es otro de los locales que sigue gracias al relevo en su gerencia. Lino y Sandra son los dueños de esta casa de comidas que ahora es punto de encuentro de muchos vigueses en Ronda de Don Bosco. Lee más sobre su antes y ahora.
- No hay bocata de jamón asado más famoso en Vigo que el de O Porco. Aquí te hablo de esta taberna que ya es toda una institución en el Casco Vello.